El Giro d’Italia ya había organizado una llegada de etapa en territorio esloveno en 1971, en Liubliana, pero en ese caso aún era parte de Yugoslavia. La primera meta en la Eslovenia independiente -condición adquirida el 25 de junio de 1991- se remonta en este caso a 1994, cuando la Etapa 12 partió de Bibione y terminó en Kranj tras 204 km.

Por cuestiones geopolíticas, y dado el delicado momento que atravesaba la zona de los Balcanes, era un periodo en el que reinaba cierta frialdad entre el Estado italiano y el esloveno, pero los aficionados eslovenos recibieron igualmente a lo grande a la caravana rosa con el grito “Zivel Giro! Zivelo Kolesarstvo” (¡Viva el Giro! ¡Viva el ciclismo!), en lo que en los últimos años se ha convertido cada vez más en un espectáculo habitual.

La etapa se resolvió al sprint y la victoria se la disputaron dos ciclistas de la ciudad de Vicenza, dos amigos aunque rivales en esa ocasión: Andrea Ferrigato y Fabio Baldato, con el primero anticipándose al segundo. “Me sabe mal haberte ganado justo a ti, pero necesitaba esta victoria”, dijo Ferrigato abrazando a su amigo tras cruzar la meta. “Si tenía que perder, mejor que haya sido contigo. Si me hubiera ganado otro, me habría enfadado, pero ahora hasta estoy casi contento”, fue la respuesta, digna de novela, de Baldato, hoy director deportivo de un potente ciclista esloveno… un tal Tadej Pogačar.

Hoy en día el número de eslovenos en el pelotón es considerable, mientras que en aquel Giro d’Italia de 1994 participó solo uno, Valter Bonča, que corría con el Amore & Vita. Pero la histórica etapa en casa no salió como él esperaba: “Valter, que tenía muchas ganas de hacerlo bien, ‘honró’ su dorsal -17, el número de la mala suerte en Italia- cayéndose durante el avituallamiento en Ajdovščina, bajo la mirada de sus paisanos, que enmudecieron —se leía en las crónicas de la época—. Y luego, tal vez recordando el día en que nació (17 de marzo), pinchó en Vrhnika, poco antes de llegar a Liubliana. Hoy dejará encantado Eslovenia”.